by Melisa Deciancio [1]
En medio de la crisis global desatada por la pandemia, se llevó adelante la cumbre del G20 organizada por Arabia Saudita y, por primera vez, en un formato virtual. Los líderes de los países más desarrollados del norte y del sur global se congregaron una vez más, como lo hacen desde el año 2008, para coordinar políticas de cara a problemáticas ya no sólo financieras sino también ambientales y sociales. En esta oportunidad, la expansión del COVID-19 por todos los rincones de la tierra puso sobre la mesa una nueva forma de amenaza a las economías globales con un manifiesto impacto en la salud y vidas de los ciudadanos así como también en el empleo, la pobreza y la desigualdad. En este contexto y como parte de un proceso de ampliación de las agendas de competencia del Grupo, el G20 refleja la necesidad de coordinación global de cada vez más temas y problemáticas. La agenda de bioeconomía ha sido incorporada recientemente en las discusiones del Grupo y abre la puerta a reflexionar sobre las posibilidades que la coordinación y compromisos globales tienen para el impulso de modelos de desarrollo más sustentables. Especialistas en el tema coincidieron en la necesidad de acordar prioridades y mecanismos de evaluación a nivel global con el fin de ponderar el peso que la bioeconomía tiene en la economía global (El-Chichakli et al., 2016). Esto también se vio reflejado la Encuesta a expertos en bioeconomía realizada en el marco del Global Bioeconomy Summit 2020 donde se manifiesta la necesidad de mayor coordinación en la política internacional de comercio y desarrollo para lidiar con las brechas en la gobernanza de la bioeconomía (Global Bioeconomy Summit, 2020)
El G20 nuclea a los principales exportadores agrícolas del mundo, concentra a los mayores comerciantes de commodities, y a los grandes productores de biocombustibles (cuya producción y uso ha sido impulsada por los gobiernos a través de políticas y estrategias nacionales). Sin embargo, la bioeconomía per se no ha sido incorporada como parte de la agenda económica global hasta la cumbre de 2018 en Buenos Aires, Argentina, y, formalmente, en esta última cumbre en Arabia Saudita. Muchas de las cuestiones relacionadas a la bioeconomía han estado presente en el grupo a través del impulso de agendas globales específicas como el desarrollo sustentable, el cambio climático, la seguridad alimentaria, la agricultura sustentable, y la bioenergía. Así, como parte de sus compromisos globales, el grupo mantiene un acuerdo en el esfuerzo por alcanzar las metas establecidas por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a través de la creación, en el año 2010, del Grupo de Trabajo sobre Desarrollo (en inglés, Development Working Group) en Seúl (G20, 2010). La inclusión de la agenda de desarrollo abrió la posibilidad para pensar el desarrollo como una política pública global (Kloke-lesch, 2015) e ir incorporando agendas por fuera de las meramente financieras. Desde que en 2015 la presidencia turca incorporó la sostenibilidad como parte del desarrollo, el trabajo del G20 en esta problemática fue cambiando y expandiéndose conforme la agenda global lo exigía, con el objetivo de contribuir a la provisión de bienes públicos globales y respaldar la integración de los países en desarrollo a la economía global sustentable. El nuevo informe elaborado en 2019, da cuenta del incremento de acciones del grupo en los diversos sectores del desarrollo sostenible (OECD, 2019).
La agenda de desarrollo sostenible trajo aparejada la inclusión de otras agendas ligadas a la bioeconomía. La seguridad alimentaria fue incluida en la agenda en 2010 por Francia, generando optimismo sobre la posibilidad de desarrollar políticas comunes frente a la crisis alimentaria, la volatilidad de los precios de los alimentos y las disputas en torno al acceso a los alimentos para los países con mayor dependencia de los precios de mercado internacionales. Sin embargo, no logró avanzar en estos objetivos como se esperaba, poniendo el foco en medidas “paliativas” al sistema de gobernanza de los alimentos en lugar de generando propuestas que apuntaran a una restructuración del marco regulatorio que proteja a los países en desarrollo de los shocks externos y la volatilidad en los precios de los alimentos (Clapp & Murphy, 2013). En esa instancia, las políticas de biocombustibles de las cuales emerge el debate entre alimentos vs biocombustibles en los países en desarrollo fueron abordadas de manera marginal y sin demasiada precisión. Por su parte, la agenda de bioenergía fue incorporada en 2016 en la cumbre de Hangzhou, China, en colaboración con el International Renewable Energy Agency (IRENA) y otros organismos como IEA Bioenergy con el objetivo de apuntalar la implementación del Global Bioenergy Partnership (GBEP) y sus indicadores de sustentabilidad para promover el uso de la bioenergía. Sin embargo, aun no se han logrado grandes avances que permitan vislumbrar, más allá de las buenas intenciones y declaraciones, la posibilidad de coordinación de compromisos comunes (Bastos Lima & Gupta, 2013).
La bioeconomía fue incorporada en la agenda del G20 en la cumbre de Buenos Aires, Argentina en 2018. La discusión se desarrolló en el seno del Think 20 (T20), liderada por académicos y funcionarios de América Latina que formaron parte del grupo especializado en Seguridad alimentaria y agricultura sustentable. Como resultado, muchos postulados de la bioeconomía relacionados con la producción agrícola sustentable fueron incorporados en el documento final del T20 (T20, 2018) y en la declaración oficial de la reunión de Ministros de Agricultura, señalando que “la bioeconomía basada en el uso responsable de los recursos naturales y la conversión de los flujos de desechos agrícolas en productos de valor agregado puede potencialmente contribuir a alcanzar la seguridad alimentaria y, además, puede usarse de manera efectiva para desarrollar los espacios y las economías rurales. Por ende, subrayamos la importancia del desarrollo de la bioeconomía para la implementación efectiva de sistemas productivos que garanticen un uso sostenible del suelo” (G20, 2018, p. 6).
Este primer impulso condujo a una nueva propuesta promovida también desde América Latina (principalmente Argentina), para la inclusión formal del tema en la agenda. Así, para la cumbre de Arabia Saudita se elaboró un documento en el marco del T20 para el impulso de la bioeconomía como camino para el cumplimiento de los ODS a nivel global (Chavarria et al., 2020). La propuesta apunta a la necesidad de desarrollar un marco global compartido para el desarrollo de estrategias nacionales de bioeconomía, con foco en tres líneas de acción específicas: 1) un acuerdo de principios rectores para el desarrollo de políticas globales de bioeconomía, 2) un marco confiable de indicadores de bioeconomía; y 3) una plataforma efectiva para la gestión del conocimiento en bioeconomía (Chavarria et al., 2020).
- Coordinación de esfuerzos para compartir y diseminar información y experiencias
La primera propuesta radica en la necesidad compartir información y experiencias sobre bioeconomía para lograr políticas e inversiones más efectivas para su desarrollo. Aquí cobran un lugar central los bancos de desarrollo, especialmente para lo países de menores ingresos, que son, a la vez, líderes en muchos sectores de la bioeconomía. En esta tarea, el G20 podría ser una plataforma desde donde nuclear a expertos en políticas relacionadas a la bioeconomía y desarrollo sustentable que sirva para el impulso de la bioeconomía sustentable a nivel global y de manera coordinada. - Indicadores confiables de bioeconomía que guíen la toma de decisiones e inversiones y monitoreo de progreso hacía objetivos
Ante la falta de mecanismos de medición que permitan cuantificar y comparar las diversas bioeconomías nacionales, la segunda propuesta radica en desarrollar un sistema armonizado de definiciones y medición de la bioeconomía coordinado a nivel global. Esto permitiría tener un mayor y mejor conocimiento acerca no sólo del impacto de la bioeconomía en la economía de los países sino también su impacto en otros indicadores de sustentabilidad de cara al cumplimiento de los ODS. - Sintetizar buenas prácticas para el desarrollo de políticas públicas en bioeconomía
La tercera propuesta apunta a fortalecer las estrategias nacionales de bioeconomía de los miembros del G20 con el objetivo de impulsar su desarrollo a nivel global. Para eso sería necesario que el G20 lidere un consorcio de organizaciones internacionales de cooperación para la elaboración de un documento de buenas prácticas para el desarrollo de políticas públicas en bioeconomía. Esto colaboraría con la transición hacia un modelo de desarrollo más sustentable basado en las experiencias de muchos de sus miembros y que permita identificar las potencialidades y oportunidades de política pública de cada país para el desarrollo de la bioeconomía.
Estas tres propuestas sirven como punto de partida para pensar instancias de coordinación global de la bioeconomía y la manera en que dichas instancias pueden aprovecharse para impulsar modelos de producción más sustentables pero que, a su vez, reconozcan las diferencias entre países, sus potencialidades y también necesidades. El G20 puede emerger como una plataforma para dicho objetivo. A pesar de la variedad de críticas que el foro ha recibido en torno a su capacidad de enforcement o de realizar cambios sustanciales en las políticas, la existencia de mecanismos de coordinación en estas agendas sirve de impulso para negociaciones paralelas que surgen de la propia instancia global. La gobernanza global puede no ser la solución a todo, pero algunas agendas se pueden beneficiar fuertemente de ella para tomar impulso. La cumbre de Italia en 2021 será una nueva plataforma para observar el avance de una agenda global en bioeconomía sustentable y una nueva oportunidad para los países de la región de impulsar temas centrales para su desarrollo económico.
Referencias
Bastos Lima, M. G., & Gupta, J. (2013). The Policy Context of Biofuels: A Case of Non-Governance at the Global Level? Global Environmental Politics, 13(2), 46–64. https://doi.org/10.1162/GLEP
Chavarria, H., Trigo, E., Villareal, F., Elverdin, P., & Piñeiro, V. (2020). Bioeconomy: A sustainable Development Strategy. https://www.g20-insights.org/policy_briefs/bioeconomy-a-sustainable-development-strategy/
Clapp, J., & Murphy, S. (2013). The G20 and Food Security: A Mismatch in Global Governance? Global Policy, 4(2), 129–138. https://doi.org/10.1111/1758-5899.12039
El-Chichakli, B., von Braun, J., Lang, C., Barben, D., & Philip, J. (2016). Five cornerstones of a global bioeconomy. Nature, 535, 221–223.
G20. (2010). The G20 Seul Summit Leader’s Declaration. In G20. https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/statements-and-speeches/WCMS_146479/lang–en/index.htm
G20. (2018). Declaración G20, Reunión de Ministros de Agricultura, Buenos Aires. http://www.g20.utoronto.ca/2018/2018-07-28-declaracion_ministros_de_agricultura_es.pdf
Global Bioeconomy Summit. (2020). Designing Sustainability Governance for the Bioeconomy – a Global Expert Survey. https://bit.ly/37UFQBJ
Kloke-lesch, A. (2015). The G20 and the Sustainable Development Goals (SDGs): Reflections on future roles and tasks. 1–11. http://www.g20.utoronto.ca/biblio/Kloke-Lesch_G20_and_SDGs.pdf
OECD. (2019). G20 contribution to the 2030 Agenda. Progress and way forward. http://www.oecd.org/dev/OECD-UNDP-G20-SDG-Contribution-Report.pdf
T20. (2018). Comuniqué T20 Summit 2018, Argentina. In G20 Summit Buenos Aires. https://t20argentina.org/wp-content/uploads/2018/09/Communiqué-T20-Argentina.pdf
[1] Melisa Deciancio es investigadora del proyecto “Transformation and Sustainability Governance in South American Bioeconomies” de la Universidad de Münster, Alemania e Investigadora de CONICET, Argentina.